martes, 24 de abril de 2012

Lana y la muchedumbre


Me gusta Lana. Me guuusta. Me gusta su vocecilla grave y etérea a la vez, y sus melodías eclécticas. Parece que canta las BSO de los sueños más raros.

Cuando Lana del Rey apareció por primera vez en un escenario con su boca torcida y su mirada de condescendencia, poca gente se fijó en la voz detrás de la máscara. A eso grupo rápidamente lo tildaron de hipsters, o sea, gente que sigue una subcultura muy diferente a la 'gran masa'. Por supuesto, Lana era la reina hispter.

Ahora que Lana del Rey es archi-admirada, muchos la rechazan porque es muy mainstream, es decir, muy 'de la masa'. ¿Paradójico o no?

'A todo el mundo le gusta. Psé. Ya no mola'.

Algo gusta o no. Es bueno o no. Atrae o no.... independientemente de los demás. Esa es una de las grandes bazas de Lana: su absoluta indiferencia a las opiniones ajenas.

Y a ti... ¿te gusta o no?


Una selección....
Dark Paradise
Little girls
Trash
Born to die

domingo, 22 de abril de 2012

El amor te salvará

Hablar está sobreestimado.Decir está más sobreestimado aún. Opinar ya ni te cuento. Así que cuando acabes de leer esto, olvídalo sin más. No tiene mucho valor. Vale lo que estés pensando tú ahora. Bueno no. Vale lo que cuentes dentro de cien años a tus cien nietos: eso sí valdrá la pena escucharlo. Lo demás es pandereta.

Pero creo que es importante saber. Saber que el amor salva a las personas. Y no en plan anderseniano, tipo beso de Bella a Bestia o del príncipe a la bella durmiente… no hablo de magia ni de leyendas que no se creen ni los hermanos Grimm.

Hablo de que el amor, de verdad puede salvar a una persona de un fatum terrible. Lo he visto y tenía que escribirlo. Lástima no tener un post-it a mano. He tenido que escribirlo aquí. Suerte de anonimato.

Tengo varios sobrinos pequeños. Cuando les vamos a ver y nos tenemos que ir al cabo de una semana, mientras hacemos el equipaje, guardamos como siempre los zapatos en bolsas que metemos en la maleta. Andaba yo haciendo esto cuando, de pronto, veo que uno de los pequeños de dos años se ha quitado las zapatillas de casa y las ha metido en una bolsa que intenta encajar en la maleta. … sigh… (suspiro) ¿Quién se ofrece voluntario para explicarle que no, que él se queda allí y nosotros nos vamos?

Zapatillas de casa, ¡por Dios! Ni siquiera tiene el poder de ir a su armario, alcanzar el pomo de la puerta, tirar de él, abrir el pesado cajón enorme y sacar los zapatos ‘arreglados’. Pero no le importa en absoluto. Él quiere seguir con nosotros y entiende que hay que irse. Como sea.


Tengo otro sobrino de un año que no dice ni una sola palabra. Pero ni una. Llega a ser enigmático el recelo que tiene por su voz. Únicamente emite unos 'jum' muy de roedor de vez en cuando. Pues bien, cuando dormimos mis hermanos y yo en casa de su madre, mi hermana, generalmente acabamos ocupando con colchones enormes el salón. Ya podemos estar hasta las mil de la mañana hablando todos en agradable tertulia, que al día siguiente, a las nueve como un puñet***, quiero decir, como un reloj sin más, los pequeños van a despertarse.

Pues bien. Este pequeñín de un año entra en el salón. Ni se le oye –porque al mayor bien que se le oye cabalgar por el parqué de casa–. Yo duermo como un lirón, feliz en ese colchón de camping. De pronto, un peso más bien pequeñérrimo sube por los pies del mismo. Y se acerca a gatas. Oigo también un chupeteo muy característico. Se acerca hasta mí y, tras quedárseme mirando durante dos segundos que en una película de Lars Von Trier durarían diez minutos, apoya su cabecita en mi hombro y chupetea más sonoramente que nunca. Hace uno de sus ruidos de ardilla. Abro los ojos. Se separa rápidamente y se aleja caminando hacia atrás para comprobar que ha realizado bien su cometido y que, en efecto, me ha despertado definitivamente.

Nunca nadie me ha dado despertares tan tiernos. Nunca.

Ya lejos de mi tierra natal y echando de menos tanta ternura, pienso que daría lo que fuera porque la inocencia de esos niños permaneciera siempre cristalina como ahora.

-‘Reconoce que las cosas en este mundo son complejas y nunca nada es como esperamos’. Carezco de Pepito Grillo. En su lugar, tengo una especie de Parca de la muerte que me explica con todo vicio de detalles lo mal que, muy probablemente, van a ir las cosas.

+’Tiene que haber algo que yo pueda hacer. Que alguien pueda hacer’.
-‘Olvídalo. Mírate a ti. Recuerda que también eras una bolita muy mona de pequeñita. ¿Te acuerdas?’.



Lo cierto es que no me acuerdo muy bien. (¡Maldigo mi mala memoria y maldigo éstas conversaciones con ajedrez incluido! Casi siempre pierdo la partida...)

+Oye....sí sé algo, amiga mía. Sé que las veces en que me he sentido más fuerte han sido aquellas en que alguien me ha cogido de los hombros y me ha dicho sin dudar: Eres valiosa y puedes hacer cosas buenas.
Con esa seguridad total dan ganas de comerse el mundo. Soy de la teoría de que las personas más crueles no han sido bien queridas. La tragedia hoy es que nadie apuesta todas sus cartas por ti. Necesitamos que nos lo digan constantemente, de verdad. Que la gente que nos quiere esté dispuesta a empeñar su casa por sacarnos del pozo si es necesario, a cortarse un brazo (Spoiler: ¿habéis visto Rec 3?), a tirarse de la cubierta de un barco a un mar helado (Titanic sí, ¿no?).

Hace falta recuperar el verdadero espíritu romántico. El de 'todo' y el de 'siempre' y el de 'nada' 'nunca' evitará que te quiera y que te crea por encima de cualquier pero, como diría Nach.


Mira, para variar, alguien sufre un jaque mate y no soy yo.

miércoles, 18 de abril de 2012

La visita

¡Hola a todos! Para mi primer post: una recreación.


En diciembre de 1961 el fotógrafo Len Steckler estaba en su apartamento compartiendo una agradable tarde con el poeta Carl Sandburg. Ya van dos artistas bajo el mismo techo.


En medio de la, seguramente interesantísima, conversación, Carl le avisó a Len: 'pronto tendremos una visita'. Cuando sonó el timbre y Len se levantó a abrir, no podía imaginarse que la persona que esperaba en el umbral de la puerta era la mismísima Marilyn Monroe.


Len dijo más adelante que la cara de Marilyn era más atractiva en la realidad que en la pantalla.

'Siento llegar tarde. Estaba en la peluquería para que mi pelo fuera a juego con el de Carl'. Efectivamente su pelo era de un rubio casi blanco.

Ya van tres artistas bajo el mismo techo.

A Marilyn le encantaban los hombres mayores y los intelectuales. Además, Carl le trataba como a su propia hija. Era una relación muy tierna.


'Fue algo fortuito que estuvieran estos dos iconos en su momento y yo allí con mi cámara. Pasé desapercibido mientras fotografiaba a Marilyn y a Carl cogiéndose las manos y riendo'.


Después de las fotos, todos tomaron whisky Jack Daniels.

¿De qué hablaría ese trío peculiar? un poeta, una leyenda viva y un fotógrafo. Los tres, amantes de la belleza y la autenticidad a su manera.

Buscaban un rincón cálido y amable en medio del bullicio real. Una grieta que les hiciera olvidar el tiempo. Marilyn moriría ocho meses después. Lo tenía todo. Pero también carecía de todo. No pudo tener hijos, estuvo ingresada en una clínica psiquiátrica, sus relaciones eran cuanto menos tempestuosas e inestables, no disfrutó nunca de una vida de familia normal...


Algunos encuentros son como bombas de relojería intelectual. Recordemos la Residencia de Estudiantes en la España de comienzos del siglo xx. Allí compartían tertulias y mesa Luis Buñuel, el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí, Unamuno, Manuel de Falla, Ortega y Gasset.... Imaginad.


Años más tarde el hijo de Len descubre los negativos y el fotógrafo decide poner las fotografías a la venta. Porque esta generación necesitaba verlas. Algunos de 'esta generación' vemos en estas fotografías un rayo de luz inspirador. Vemos vida que no es vida, sino arte. Y lo admiramos y deseamos lo mismo para nosotros. Medio siglo después aún vibramos con esta vida de leyenda. Levantemos la copa, aunque no tenga whisky, y brindemos.

A tu salud, Marilyn.